El profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía que las bombas eran buenas para la humanidad, al darse cuenta de su error, huyó y se llevó consigo todos sus inventos. Se escondió en Calabuch, un pueblo maravilloso donde la gente aún conserva el sentido del humor y de la amistad, y espera la muerte como a una vieja amiga que llega sin prisas.