En un colegio de Montreal, un joven estudiante llamado Léon Bronstein (Jay Baruchel) encarna al líder ruso en una comedia que reproduce la revolución rusa. Después de ser despedido de la fábrica de su padre por emprender una huelga de hambre, a Léon su familia lo castiga a educarse en un escuela pública. Pero el joven no se amedrenta y, convencido de ser la reencarnación de Trostky intenta reproducir en la escuela la revolución socialista. Lo malo es que tropieza; por una parte, con la apatía de sus compañeros, dominados por el hedonismo y la falta de compromiso; y, por otra, con el gelido y estricto director del centro (Colm Feore).