Esta crónica del paso por Barcelona en 1989 del icono del grafiti y el pop art neoyorquino Keith Haring y de su célebre mural en el Barrio Chino nos habla, a ritmo de house, de activismo contra la epidemia del SIDA, de un barrio en proceso de cambio y del fin de la ciudad preolímpica que ya no volvería a ser la misma.