En 1930, la proclamación de la Segunda República en España llevó a la creación de un proyecto de estatuto regional para Canarias, presidido por el abogado tinerfeño Ramón Gil Roldán. El proceso de autonomía enfrentó resistencia y divisiones entre las islas, especialmente en la disputa por la capitalidad. A pesar de las tensiones, el estatuto fue aprobado, estableciendo Santa Cruz de Tenerife como la capital regional. Sin embargo, la posterior Guerra Civil Española, iniciada con el golpe de Francisco Franco, frustró estos avances y retrasó la autonomía canaria hasta 1982. El episodio reflejó las complejas luchas políticas y regionales de la época.