Tras regresar al palacio de Leon, Bella cae gravemente enferma. Alarmado ante su delicado estado de salud de su amada, el príncipe DalVille busca en vano un médico que la salve hasta que, desesperado, hace una promesa: si Dios salva a su amada, él cambiará. Cuando Bella se recupera gracias a la intervención de Armand, Leon es consciente de la obligación contraída. Incapaz de esconder su amor por la joven, le promete que hará realidad todos sus deseos.