En Europa el fascismo estaba en auge y avanzaba decididamente. Para Hitler y Mussolini España era el campo de pruebas de otro gran objetivo: la hegemonía mundial. Portugal, con el régimen filofascista de Salazar, participó igualmente en la colaboración italo-alemana alimentando, material y estratégicamente, al ejército franquista. El 1 de abril de 1939 se da por terminada la guerra. Franco ocupaba ya el puesto de Jefe del Estado con poderes absolutos sobre todo el territorio español. En Extremadura las hostilidades entre frentes habían finalizado ya en julio de 1938. Pero la postguerra que se avecinaba no sería mucho mejor que los tiempos de la contienda. Las detenciones fueron habituales. La desconfianza daba paso a una caza de brujas. Las prisiones y los campos de concentración y trabajo estaban abarrotados. La eliminación física continuó aún después de la guerra. Muchos habían optado por huir a la sierra antes de ser detenidos y al cabo del tiempo comenzaron a organizarse en guerrillas y a recoger un corpus ideológico como oposición al régimen franquista.