En el año 162 d.C. Marco Aurelio hereda el Imperio en su apogeo. La paz y la prosperidad han reinado durante cien años y sus fronteras se extienden desde el Mar de Irlanda hasta las arenas de Siria. Y a medida que Roma acrecienta su poder, se convierte en un objetivo aún mayor. La guerra estalla en dos frentes, en el este y en el norte. Marco Aurelio preferiría quedarse en su hogar y escribir sobre filosofía, pero el deber le dice que debe salvar al Imperio. Sus guerras germánicas se convierten en un largo y sangriento conflicto que no parece tener fin. Sin embargo, con su muerte se pierde su ansiado sueño de conquistar las tierras germánicas, puesto que su hijo Cómodo no consigue llevar a cabo su misión, ya que prefiere la lujosa vida en Roma a la peligrosa existencia de un soldado.