Agosto de 2016. Los cadáveres de cuatro personas, dos adultos y dos niños pequeños, son hallados descuartizados y envueltos en bolsas de basura en un chalé de Pioz, en Guadalajara. La policía identifica a una familia brasileña y, por la brutalidad de los hechos, baraja un posible ajuste de cuentas. El único superviviente de la tragedia, un sobrino de 19 años, regresa a casa. Sus padres temen que sea la próxima víctima.